L. BOFF, V. MESSORI, A. GRILLO. E I 15 CARDINALI

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Una intensa risposta di Leonardo Boff, sul Corriere della Sera, a Vittorio Messori per le sue critiche a papa Bergoglio (“L’imprevedibilità di papa Francesco? Un dono dello Spirito”) e la replica di Messori (“Le false pretese di chi si proclama portavoce dello Spirito”). Andrea Grillo, a sua volta replica sul suo blog alle osservazioni critiche di Piero Stefani (v. c3dem): “Caro Piero, grazie di cuore, anche se non posso condividere tutto”). Intanto papa Francesco è di nuovo imprevedibile, e molto: Salvatore Cernuzio, “Nuovi Cardinali: 1 curiale, 2 italiani ‘inediti’, 5 ultraottantenni, 14 pastori del mondo” (Zenit.org); Andrea Tornielli, “Una sforbiciata ai curiali” (La Stampa); Andrea Riccardi, “Per la Curia è tempo di riforme più che di nomine” (Corriere della Sera”; Sandro Magister, “I nuovi cardinali. Tutto come Francesco comanda, lui solo”; Vittorio Bellavite, di Noi Siamo Chiesa, “Un severo messaggio ai vescovi italiani”.

 

 

 

 

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  1. I had an impression of Leornardo Boff in 2008, when he came to Chile, similar to that of Messori’s. I copy here what I wrote then:

    Con mucha curiosidad asistí el viernes pasado (29 de agosto) al evento al que invitó el Centro de Estudiantes de Teología (de la PUC), la Conferencia de Leonardo Boff acerca de la necesidad de buscar una nueva ética a la luz del calentamiento global. Tuvo lugar en la Factoría de la Universidad Arcis. Debo decir que mis expectativas fueron ampliamente decepcionadas por el intelectual brasilero.

    Don Leonardo encaró al público de pie, con un poncho color crema, que fácilmente podía recordar un hábito religioso. Una barba respetable y blanca, unas gafas gruesas, un tono calmo, imágenes plásticas y gestos estudiados daban a su discurso un aire de homilía o sermón que empujaba al público a aceptar con cierta fe las palabras que pronunciaba el orador. Quizá fuera este clima el que causara que, a pesar de las contradicciones que señalaré, la gran masa del inmenso auditorio donde habría probablemente más de 500 personas aplaudiera entusiasmada al término del discurso, que duró poco más de una hora.

    Mi decepción se debe a varias razones, de las que explicaré una pocas brevemente. En primer lugar, don Leonardo ya no es principalmente un defensor de lo que los teólogos de la liberación y los marxistas por igual llaman “Pueblo”, es decir, esa entidad mística que abarca colectivamente a la Humanidad revolucionaria y que habla a través de un líder político. No, con el cambio de vientos en las esferas del poder global, don Leonardo habla ahora a nombre de la “Tierra”, que supuestamente es madre de todos los vivientes. Y lo hace de tal manera que el “Pueblo” queda supeditado a los intereses de aquellos que dominan la nueva ideología ecologista. –No debe olvidarse que Konrad Lorenz, uno de los grandes inspiradores del ecologismo alemán, fue primero un Nazi convencido: no en vano, pues, el ecologismo europeo, como el norteamericano, contiene una fuerte tendencia eugenésica. Así, don Leonardo pudo arrancar aplausos de un público compuesto por se-dicentes marxistas y por miembros de “las comunidades eclesiásticas de base”, a pesar de que respaldaba las palabras que Boff mismo puso esa noche en boca del Presidente Chirac, pronunciadas en 2007: no se puede democratizar el bienestar de Occidente a toda la humanidad porque, para ello, harían falta tres tierras. Dos consecuencias claras se seguían de las palabras de don Leonardo: hay que reconocer que los países pobres no pueden desarrollarse con la tecnología occidental (ésta debe ser monopolio de los así llamados países desarrollados), y que los mismos países pobres deben disminuir sus tasas de crecimiento poblacional, pues nuestro planeta “está superpoblado”. Sobre este punto volveré en un momento.

    En segundo lugar, don Leonardo basó su apoyo a las palabras que atribuyó a Chirac en dos “hechos”, que él acepta de modo completamente acrítico: (1) se está produciendo un calentamiento global, que puede llegar a alcanzar desde 1,8 hasta 6 grados Celsius; y (2) tal calentamiento es antropogénico, está conectado a la superpoblación del planeta. –El mensaje de don Leonardo no es muy distinto al de Al Gore. Al explicar el punto (1), por cierto, Boff explicaba al público que las consecuencias de tal calentamiento incluirán la muerte de muchas personas en muchos lugares del planeta, porque si el cuerpo humano tiene una temperatura normal de 37,4 grados celsius (?), y si esa temperatura se eleva en seis grados, se obtiene una fiebre de 43,4 grados que ningún cuerpo humano puede soportar. –Parece que don Leonardo nunca estudió la homeostasis.

    Al llegar el tiempo de las preguntas, me decidí a plantear las dudas que surgían en mi mente al oír a un supuesto teólogo liberal defendiendo una ideología eugenésica. Le pregunté, entonces, si nunca se le había ocurrido que quizá toda esta retórica del calentamiento global y de la explicación antropogénica del mismo no sería una reedición de las justificaciones pseudo-científicas de la eugenesia. Desde los tiempos de Malthus las partes ricas de las sociedades y las sociedades ricas han invocado razones “científicas” (el crecimiento geométrico de los pobres y el crecimiento aritmético de los alimentos) para tratar de poner coto, mediante la eugenesia, a lo que ellas perciben como un peligro para su seguridad, el crecimiento vegetativo de las partes pobres de la sociedad o de las sociedades pobres. Esta retórica eugenésica fue retomada por Margaret Sanger, con el apoyo de John D. Rockefeller, por Planned Parenthood desde los años 60 y por el National Security Study Memorandum de 1974, elaborado bajo la dirección de Henry Kissinger. Este último documento hablaba explícitamente de la amenaza para la seguridad exterior de los Estados Unidos constituída por el crecimiento poblacional de los países “en vías de desarrollo”, la necesidad de detener ese crecimiento y la conveniencia de enmascarar los propósitos de seguridad exterior con fachadas de preocupación por los pobres y por el bienestar de la humanidad. ¿No constituye, acaso, la retórica del calentamiento global y de su origen antropogénico, la retórica del “mundo superpoblado”, una nueva máscara de la vieja ideología malthusiana?

    La respuesta de Boff fue, una vez más, muy decepcionante. Después de un excurso descabellado acerca de supuestos asesinatos de los pobres por medio de armas biológicas (sin alusión alguna a las políticas eugenésicas, bien concretas y comprobables, promovidas por Planned Parenthood en todo el mundo, y apoyadas por USAID y otras muchas instituciones), insistió en que es un hecho el calentamiento global y que se deriva de la superpoblación. Es decir, don Leonardo tomó el pelo a su público, pues su arma retórica para ocultar su adhesión a la ideología eugenésica consistía en adherir a ella trozos contradictorios de discurso, del todo inocuos, por descabellados. Mucho más coraje para enfrentarse con los poderes de este mundo y para defender a los pobres, desde una perspectiva para nada marxista y bien alejada del odio, del materialismo, del relativismo y del ateísmo que se descubre en los escritos de muchos teólogos de la liberación, mucho más coraje, digo, mostró Juan Pablo II en su hermosa e inspirada encíclica, Evangelium Vitae:

    “El antiguo Faraón, viendo como una pesadilla la presencia y aumento de los hijos de Israel, los sometió a toda forma de opresión y ordenó que fueran asesinados todos los recién nacidos varones de las mujeres hebreas (cf. Ex 1, 7-22). Del mismo modo se comportan hoy no pocos poderosos de la tierra. Estos consideran también como una pesadilla el crecimiento demográfico actual y temen que los pueblos más prolíficos y más pobres representen una amenaza para el bienestar y la tranquilidad de sus Países. Por consiguiente, antes que querer afrontar y resolver estos graves problemas respetando la dignidad de las personas y de las familias, y el derecho inviolable de todo hombre a la vida, prefieren promover e imponer por cualquier medio una masiva planificación de los nacimientos. Las mismas ayudas económicas, que estarían dispuestos a dar, se condicionan injustamente a la aceptación de una política antinatalista” (#16).

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